Frases de julio

Frases de julio

-“Puede que ser amigo no te consiga amigos, pero siempre te conseguirá los correctos...”. John Lennon.

- “La felicidad sucede cuando lo que piensas, lo que dices y lo que haces, están en armonía”. Mahatma Gandhi.

- “Para ser honesto con los demás, primero tienes que serlo contigo mismo”.  Palomar.

- “El ideal de perfeccionismo que se persigue en las redes sociales, nos aleja del valor y la libertad de ser honestos”.  Lucas Martínez.

- “La tecnología nos ha traído una exposición en la que las relaciones sociales han pasado de ser lo que vemos, a convertirse en lo que imaginamos”. L.M.

- “Vivimos en una época reaccionaria donde la razón ha sido sustituida por el dogma”. Jorge Bustos.

- “Hoy las redacciones de los periódicos parecen tanatorios...”.     Fernando Sánchez Dragó.

- “Mi música preferida es el silencio”. F. S.D.

- “El fracaso es que los demás decidan por ti”. Pau Donés.

- “Los hombres sabios se deleitan al conocer las cosas, no tanto al juzgarlas...”. Ángel Ruiz de Quintana

- “La puerta mejor cerrada es aquella que se puede dejar abierta”. Proverbio chino.

-“No se aprende a caminar siguiendo las reglas. Se aprende caminando, y cayendo...” Richard Branson.

- “El éxito no está en el vencer siempre, sino en no desanimarse nunca”. Napoleón.

- “El trato con la multitud es dañoso. Retírate en ti mismo todo cuanto te sea posible”. Séneca.

- En las adversidades sale a la luz la virtud”. Aristóteles.

- “Los más obstinados suelen ser los más equivocados, como todos los que no han aprendido a dudar...”. Samuel Butler.

- “El procés” se ha ahogado en sus propias fakes: cuando esperaban la cabra de la Legión, llegaron los murciélagos de la pandemia”. Raúl del Pozo.

- “El medio para deshacerse de un hombre amante de contradecirse, es callar, y escuchar reposadamente...”. Jaime Balmes.

- “No hay nada como la actividad febril para ahuyentar las penas”.       Jane Austen.

- “El verdadero secreto de la felicidad es exigirse mucho a uno mismo, y muy poco a los demás”. Albert Guinon.

- “La sonrisa es el idioma universal de los hombres inteligentes”. Víctor Ruiz Iriarte.

- “Habla poco. No te impliques demasiado en las conversaciones”. Fernando Sánchez Dragó  (“365 Mandamientos”)

 

Frases de abril 2.020, y mayo (primera quincena)

“La opinión es el punto medio entre el conocimiento y la ignorancia”.        Platón

- El cerebro es un paquete de ideas arrugadas que llevamos en la cabeza”. Ramón Gómez de la Serna

- “Ser madre hoy es un acto de optimismo ciego. Es como un recordatorio físico de que a duras penas existimos un momento en la Tierra...”. Jim Tolentino (redactora del New York Times).

- “Lo que te critiquen hazlo, porque eres tú”. André Gide.

-“Las buenas conversaciones deben agotar el tema, no a los interlocutores”. Palomar.

- “La incertidumbre verbal es enemiga de la buena comunicación”. Estrella Montolío

- “Las personas carismáticas no suelen ser cotillas, fisgonas, ni criticonas”. E.M.

- “El éxito es desear lo que quieres. La felicidad es querer lo que tienes”. Warren Buffet (empresario).

- Nuestra existencia no es más que un cortocircuito de luz entre dos eternidades de oscuridad”. Vladimir Nabokov.

- “No se puede entender bien la historia de España, sin conocer la historia del toreo”. José Ortega y Gasset

-“Calla. La palabra mata el instinto creador”.  Hemingway (extraída de “La retaguardia”)

- El silencio siempre es más elocuente que el discurso”. Fernando Sánchez Dragó.

- “La libertad y la salud se asemejan: su verdadero valor se conoce cuando nos falta”. Henry Becque (dramaturgo francés)

- “A veces, lo que se lee sin esfuerzo ninguno, se ha escrito- casi siempre- con un gran esfuerzo”. Enrique Jardiel Poncela

- “El secreto de la felicidad está en la libertad; el secreto de la libertad en el coraje”.Tucídites (militar griego)

- “Sonríe siempre (incluso cuando hables por teléfono).  Fernando Sánchez Dragó (“ 365 Mandamientos)

- “El móvil se ha convertido en un chivato consentido”. Pedro Ruiz.

- “La verdadera libertad es ocultar algo de ti” P. R.

- “En la autovía digital las personas se “autoviolan”, para regalarles los datos a los poderosos”. P. R.

- “La sobre información supone estar mal informados”. Umberto Eco

- “Sean tus palabras mejores que tus silencios; de lo contrario, calla”. Dionisio de Siracusa

- “El secreto del éxito reside en la honestidad”. Groucho Marx

- “Nosotros matamos el tiempo...pero él nos entierra”. Joaquim Machado de Assís

- “Las caceroladas son el sonido del rebaño”. Pedro Jota Ramírez.

- “Ahora las hogueras son las redes, y el odio llega a la tribuna de oradores del Congreso”. Raúl del Pozo

- “Acércate a los niños; son los mejores maestros del humor más inocente”. Palomar

- “Nunca he visto a un fanático con sentido del humor, ni a nadie con sentido del humor, que sea un fanático”. Amos Oz (periodista)

-“Por estas dos cosas uno no debe enfurecerse nunca: por lo que se puede remediar, y por lo que no puede remediarse”. Thomas Fuller.

-“El tuteo, mal generalizado, en una expatria que corre hacia el suicidio, certifica el triunfo de la rebelión de la chusma”.  Fernando Sánchez Dragó

- No creáis en algo, por mucho que os lo repitan”. Buda.

- “El feminismo, en nombre de la igualdad, ha acabado con la igualdad”. Diego de los Santos (biólogo).

-“El feminismo defiende una segregación (salvaje) por razón de sexo, y lo hace centrando el debate en el victimismo femenino”. D. de los S.

- El feminismo considera a los varones heterosexuales ciudadanos de segunda...”. D. de los S.

- “Obedecer no es virtud de ciudadanos, sino de súbditos”. F. S. Dragó.

- “No se puede pensar en serio, si se utilizan palabras terminadas en “ismo...”. Paul Valéry.

- “La civilización no suprime la barbarie, la perfecciona”. Voltaire

- “El entretenimiento tiene como objetivo que nos olvidemos de la muerte; la cultura, por el contrario, nos pone frente a ella”. Llucià Ramis.

- “Si no piensas en la muerte, no piensas en tu vida”. Gonçal Tavaares (escritor portugués)

Los informativos de la modernidad

Por José R. Palomar (periodista)

Hace semanas vengo dándole vueltas a los informativos de las distintas cadenas de televisión. Especialmente los que comienzan a las nueve de la noche, sin descuidar los de las tres de la tarde. Demos por descartada la independencia de las cadenas. TVE está al servicio del gobierno como instrumento de propaganda (eso nada tiene que ver con que haya excelentes profesionales trabajando en ella). La Sexta es una “versión progre” de lo que sucede con la pública, y sus obispos de la pluralidad comandados por Antonio García Ferreras. Y ese “ejército” - ahora que se nos dirige con terminología bélica- de tertulianos: Maraña, Escolar, Sardá, Angélica, todos bajo el mismo sesgo ideológico y cómo no, los programas de Ana Pastor y Jordi Évole (los más progres entre los progres). Otras televisiones aparentemente son más plurales, pero tienen el condicionante de las subvenciones que han recibido: 15 millones de euros.

A partir de aquí, en este artículo voy a omitir nombres propios para detenerme en el contenido (más allá de la independencia informativa) de esos informativos o telediarios. Primero se nos ofrecen datos, más o menos contrastados o maquillados. Las declaraciones de los políticos poniendo más énfasis en los del partido en el gobierno, o la oposición. Y por lo que respecta a la pandemia, que polariza todos los informativos, opiniones de expertos y profesionales sanitarios, entre estas últimas algunas de gran interés.  

Cuando rebasan el minutos 15 y sobre todo el 30, ya es el desparrame audiovisual. Se centran en la obviedad y resaltan la insignificancia. Muestran sucesos cuanto más cutres mejor, con imágenes de gente que se salta el confinamiento, el gracioso de turno que arma el show en la calzada, y la última ocurrencia en un balcón cualquiera. No sabes si ponen el foco para advertirnos que “eso no se hace” o pudiera ser- al contrario- que nos inviten a la imitación... Siempre con ese tono exasperante y monocorde de los locutores, aunque normalmente son locutoras, todos/as idénticas a la hora de hablarnos como si fuéramos niños o personas que todavía no hemos madurado. Un tono borreguil, de homilía, que les viene muy bien a los políticos para que la gente piense lo menos posible…

En los finales de los informativos no puede faltar el personajes famoso que debe tener ese instante de ingenio, aparentemente improvisado, que nos cuenta “cómo es el día a día de su confinamiento”. Cada uno “barre para casa”  porque acaba hablando de su trabajo, película, serie o libro.                           Nunca nos muestran el día a día de alguien que viva en 40 metros cuadrados. En los informativos prima la anécdota banal y el suceso. Los aplausos a gente recién salida de las UCI me parecen un asalto a la intimidad, y pongo en duda si los filmados han sido advertidos previamente de que serán expuestos a los ojos de millones de personas. Yo nunca lo aceptaría. Por supuesto que no nos ahorran esas palabras de Iglesias hablándole a los niños y los sermones de Sánchez, que a veces inundan el terreno de los telediarios sin que ningún jefe ponga el grito en el cielo. Pero por si acaso, vuelven a repetir esa perorata.

Si pones una cadena a determinada hora, el resto es muy posible que estén hablándote de lo mismo, el exacto suceso en idéntico instante, entre la hilaridad y el esperpento. De cómo tenemos que lavarnos las manos y cómo se deben utilizar los detergentes. ¿Dónde está el periodismo, la investigación, la credibilidad?... Por cierto, la canción “Resistiré” va a acabar resultando odiosa, aunque el término no me gusta, por la repetición a todas horas (con mi cariño y respeto a Manolo de la Calva y Ramón Arcusa). El domingo 26 de Abril todas las cadenas dedicaron medio informativo a la esperada salida de los niños. Me alegra que puedan ya salir a la calle pero, ¿añade algo ponerle el micrófono a cada niño para preguntarle que sienten?...Habrá que ver si se entrevista a los mayores de setenta años cuando puedan pisar por fin la calle. Y no descarto que pongan el micro a los perros, por haber sido artífices de que sus privilegiados dueños hayan salido más que nadie a pasear. Algún ingenio técnico lo permitirá...

 El espectador de televisión debe estar ante todo entretenido, aceptando por bueno todo lo que le dicen con tono infantil y pseudopedagógico. Da la sensación de que los dueños de las cadenas, que son los responsables de lo que hacen los directores-presentadores de los informativos, delegan en estos para que se traslade esa corriente de inanidad, desinformación, y recursos a los instintos primarios. Una sociedad que no piensa es más manejable. Se está consiguiendo la uniformidad en casi todos los informativos, alguno con un cierto amago de crítica prudente, pero sin pasarse. Para que no recorten las subvenciones...    

Gastronotuya

José R. Palomar.

En mi observación de la sociedad veo una desmesurada preocupación por la gastronomía. No hay que confundirlo con la necesidad de comer para sobrevivir. Miras a la televisión, escuchas un programa de radio, y no hay un espacio en que no salga el enterado explicando su receta “que siempre es la mejor”, el fenomenal restaurante que conocimos hace días (si es posible con tres estrechas Michelín) o el plato que degustamos en una comida de amigos. Centrándonos en la tele, y releyendo la parrilla de la programación- en cualquier cadena- encontramos títulos como “Maestros en la cocina”, “Masterchef”, “Las recetas de...”; “La cocina de mi abuela” o “Pesadilla en la cocina” (que sería darle la vuelta a los espacios anteriores)…

Siempre me ha extrañado la obsesión por la comida, especialmente por los que no llevan una vida de carencias, y en la sociedad del primer mundo  donde las primeras necesidades – no siempre – están solventadas. Sí me preocupa la de los que no tienen un mendrugo que llevarse a la boca, y que esperan en la puerta de los supermercados, por si alguien se lo proporciona. O los que duermen en los cajeros automáticos con apenas un bocadillo como sustento diario, y una lata de refresco ya consumida.

Cuando a media mañana escucho en alguna cadena radiofónica alguien que dice con un suspiro ¡qué hambre tengo! ...no puedo evitar que me invada un escalofrío. Y precisamente por esas personas a las que aludía en el párrafo anterior. Las personas y maestros de referencia y adorados ya no son los científicos, los buenos escritores, ni artistas prestigiosos, sino los reposteros, los cocinillas y los gastrónomos. Además, se junta a lo anterior una contradicción de este tiempo: el animalismo que impera a todas horas y en todos los estratos sociales, cuyos líderes no sabemos si se abstienen de comer buen jamón, degustar sabroso pescado o hincar el tenedor en el paté. Son los que se lamentan del maltrato a los animales, desconociendo, o conociendo pero haciéndose los tontos, de dónde proviene lo que ingerimos por la boca.

¡Sí! Ya sé que me van a decir que la gastronomía encierra toda una cultura, y no lo niego en muchos casos. Conozco la riqueza del vino y lo que encierra una botella en su elaboración, la cata de olores... Y los postres que cada localidad lleva siglos elaborando, que forman parte de su idiosincrasia. Pero todo tiene su límite y dosis oportuna. Los sabios desaconsejan tomar decisiones importantes con la barriga llena, porque esta no conoce de razones ni atiende lógicas. Cuando acudo a un restaurante, valoro tanto o más que lo que sirven, el trato de los que me atienden y la compañía en la que uno come.

Una sociedad superficial y con los valores atrofiados hinca el diente- nunca mejor dicho- en lo que implica menos esfuerzo mental: el fútbol, la comida, la gente que come a voz en grito en los restaurantes (que esa es otra). No hay nada que me parezca más cutre que en una reunión de amigos ante un suculento plato, alguien saque antes de empezar la cámara del móvil para inmortalizarlo. Es más importante la imagen que lo que te vas a comer. Las recetas inundan los suplementos de periódicos y llenan la parrilla de los programas de televisión. Son los nuevos telepredicadores. Todos debatiéndose los sesos en torno a si esa salsa es la adecuada para el plato de carne, o si el guiso debe estar media hora o dos en la sartén. Y todo eso liga con el narcisismo imperante donde el más listo no es quien tiene el pensamiento lúcido, sino el que explica “aquel restaurante de no sé quién “donde “ disfrutamos de la cena de nuestra vida”. Ahora con la pandemia, dicen los expertos que engordaremos una media de cuatro o cinco kilos. Entonces no hará falta que alguien lance a las ondas el grito o la expresión de ¡qué hambre tengoooo!...

Exageración exterior vista desde dentro

José R. Palomar

Lo de “los balcones a las ocho” nos pareció bien en un principio. Una forma de desahogo justo, en forma de tributo a los profesionales sanitarios, que son los que merecen el premio en estos complicados tiempos. Pero de ahí se pasó al “show continuo” que es muy propio de este país. Vivimos en la cultura de la exageración. Se improvisan toda suerte de espectáculos en balcones, y fuera de ellos. Los graciosos de cabecera han encontrado su rampa ideal para derrochar todo ese “ingenio”. Sin reparar, en su afán de notoriedad, en que puede que algún enfermo esté buscando unos minutos de silencio, o el científico que está redactando su último informe.

Todo ese compendio de presuntos “talentos” de la escenificación son un buen reclamo para que lo aprovechen las cadenas de televisión en sus informativos. Pues ya sabemos que hay que rellenar muchas horas... Y que tras las cifras oficiales y la información (que en la cadena pública TVE es desinformación y propaganda continua) están las curiosidades, a cada cual más esperpéntica, que ha ideado el ciudadano de turno.

En los informativos siempre hay espacio para esos artistas (prefiero no dar nombres propios) que en un presunto objetivo “por el bien de la Humanidad” no pierden comba para vendernos “el último disco que no pudo salir al mercado”, “la película que no se estrenó finalmente” y “el espectáculo que nadie puede ver”, porque todo está cerrado...Algunos lo hacen mientras explican su encierro, desde grandes mansiones en Miami o en lujosas urbanizaciones de Madrid u otros lugares. Es más llamativo que detenerse en el ciudadano anónimo que vive entre cuatro paredes, puede que incluso sin balcón, y que no tiene redes para mostrar una sabiduría sin altavoces. Es difícil distinguir entre los primeros, quien sólo busca protagonismo disfrazado de preocupación por el prójimo, y los que lo hacen de forma sobria y distinguida.

Siempre he pensado que las mejores obras vienen acompañadas de discreción, y no precisan de publicidad. Hay destacadas personas del mundo del espectáculo, empresa, ciencia o deporte (los que no viven en la estrechez) que han donado sustanciales cantidades destinadas a la sanidad, para que la sociedad remedie esta pandemia. La solución ante los errores y estupidez del ser humano, puede que esté buscando dentro de uno mismo. No en que los demás te remedien las carencias que todos arrastramos, fruto de una sociedad ayuna de valores en la que sólo prima la productividad.

    Hablaba de la exageración y no hay que perder de vista la repetición. Basta con ojear un periódico de hace días, para cerciorarse de que no se diferencia demasiado al de la fecha presente. Y lo mismo ocurre con un informativo de cualquier cadena. La televisión, con mayor o menor dependencia del poder, seguirá distrayendo y buscando cada día el minuto de gloria del gracioso de turno. También conectando con esas comparecencias eternas en horario de prime time, que repiten con monotonía cosas que ya hemos escuchado mil veces. Medias verdades y miedo a enfrentarse a preguntas sin filtro ni cortapisas de periodistas libres, a los que un gobierno de mediocres funcionarios que siempre han vivido de la política, silencian. Pero no, seguirán buscando en los balcones donde se comprimirán Sanfermines, “la Tomatina de Buñol” y el estruendo de los tambores tradicionales de un pueblo. ¡Que no decaiga la Fiesta! Dice un amigo que “el día que los pueblos sean lúcidos, los políticos estarán en el paro”. Los actuales gobernantes piensan que el ciudadano es tonto (muchos lo son ciertamente). No les demos motivos para que se empecinen en ese convencimiento.

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Revolución en mocasines

Extracto de artículo de JORGE BUSTOS  (El Mundo, 17-05-2020)

La equívoca categoría del pijo la inventó Tolstoi cuando escribió esa estupidez de que todas las familias felices se parecen, pero las desgraciadas lo son cada una a su manera. Siempre hubo variedades exóticas de felicidad, mientras que hoy recorre el mundo una misma desgracia matando a ricos y pobres antes de ponerse a igualarlos por abajo. El resentimiento de clase que mueve el pequeño corazón de la izquierda cañí tiende a confundir la clase con la ideología, y por eso no repara en que hay pijos de derechas como pijos de izquierdas, ni que a menudo estos segundos tienen más dinero y viven en mejores barrios que los primeros, cuando no en los mismos. Culpa que les atormenta y que purgan votando a Podemos o lamiéndole la alarma a Sánchez cuya ideología conocida es la sanchista. En cuanto a Podemos, no ha sido más que el hatajo de Somosaguas para escalar de clase sin abrazar la coherencia ni renunciar a la ideología.

La protesta de Núñez de Balboa revela una corriente de fondo bastante más inquietante de lo que sospecha el hacedor de memes...Quedarse en la superficie estética del mocasín y la rojigualda es propio de esa obtusa inmunidad de rebaño tuitero que señala sistemáticamente el dedo del estereotipo y nunca la luna del significado. Preocúpate, humorista comprometido, si de verdad son los ricos los que se echan a la calle, porque cuando hasta los que nunca protestan lo hacen, significa que no van a tener calle suficiente los demás. Y preocúpate más si son clase media porque su grito será el tuyo, aunque te calles. El diablo que se viste de Ayuso según los más reputados sastres de la opinión pública, acierta cuando avisa que lo de Núñez de Balboa va a ser una broma.

 La lucha de clases es el porno del revolucionario adolescente, una fantasía peliculera que aspira a protagonizar pero que acaba disolviéndose en cómicas luxaciones mentales. Como cuando se entera del tren de vida privado del ídolo rojo o del modesto pasar de tantos residentes del barrio de Salamanca. El clasismo cumple con su inteligencia el mismo papel que el chocolate con el sexo de la petarda instagrámica...Pero eso es superior a sus fuerzas: ven la melenita y las perlas y el belfo se les humedece. Su reloj parado en el siglo XX da fin a la hora de la revolución. Un poquito de paciencia, miliciano posmoderno: en otoño todas las clases lucharán juntas porque todos estaremos en la ruina. Que lo vayan a hacer contra Sánchez e Iglesias no debería de ser tu problema. Porque si lo es, entonces el pijo risible eres tú...

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Usted, sí, usted

Artículo de Jorge Bustos en El Mundo, (2-05-2020)

Usted. Sí, usted. No mire a los lados. Usted, ciudadano ejemplar que hoy echará el día apostado en el balcón avistando irresponsables. Desaprensivos, diría Marlaska. Esa gente que no es como usted, que incumple las reglas que el Gobierno- asesorado por los expertos- impone por nuestro bien. ¡Mire allí! ¿Qué hace ese matrimonio con su bomba vírica de la mano? ¡Está prohibido! ¿Qué desescalada va a haber si no se respeta nada?...Le indigna ese español de pandereta que no se somete tan gustosamente como usted al monitor de Marlaska. Usted obedece porque es patriota de verdad, modelo de sumisión, y delata a sus vecinos por la más institucional de las razones. Usted descubre hoy a diez personas juntas y ve un atentado, experimenta la misma sensación que si ve a un viejo tocando a un niño. Se ha adaptado como plastilina al molde de la nueva normalidad que dictan los que mandan, a los que hemos de ayudar para reeducarnos mejor. Usted declara que le preocupa el rebrote, y quizá calla que le revienta que el vecino disfrute mayor libertad que usted. En estas circunstancias la libertad es un riesgo que no nos podemos permitir, se justifica usted. Así que todos iguales o llamo a la policía…

Usted no lo sospecha, pero su cerebro resentido es el manillar sobre el que se edifican todas las tiranías exitosas. Usted y miles como usted forman la vil mampostería de los muros alzados por todo gobierno que se siente amenazado. Usted ha visto películas de espías y nazis y se pregunta cómo fue posible. Fue posible con gente como usted, que son la bendita mayoría, áurea mediocridad. Gente que sólo desea lo mejor para los suyos, pagar la hipoteca, cumplir con su país. Tipos que, a la temperatura exacta del miedo, hierven como servidores voluntarios- ¡hasta entusiastas!- del despotismo.

No vaya a creer que esto es una carta de reconvención. Usted milita políticamente en lo correcto: las leyes están para cumplirlas. Pero cuando las leyes son de excepción de alguien criado como ciudadano libre cabría esperar un pálpito de rebeldía aún contenida, la impaciencia por volver a gobernarse por sí mismo y la mirada indulgente hacia el semejante, menos disciplinado que usted. Alguien definió los últimos años del franquismo como una dictadura paliada por el incumplimiento. Qué tiempos. Confieso mi melancolía por aquel tópico romántico que nos quería atrasados pero ingobernables. El esclavo moderno, dice Chesterton, es el que ha pasado de preguntar si merece llevar cadenas a escrutar sus muñecas-y las del vecino- para saber sin son dignas de llevarlas...

Calienta que sales, español

 Extracto artículo de Jorge Bustos en El Mundo (25-04 2020)

Hay que ver qué bien se confina el español. Soporta con senequismo el encierro más largo y severo del mundo, pese a los resultados más descorazonadores del mundo Para romper esta disciplina prusiana, hay que ir como el alcalde de Badalona.

Oímos elogios encendidos a la cívica mansedumbre de un pueblo al que el tópico quiere bravo como el toro. Aquí no hay libertarios que salgan con la segunda enmienda en la boca, y el Winchester en la mano a pagar el estúpido precio del contagio a cambio de una romántica autonomía: aquí no hay más que tímidos pensionistas que empiezan a asomarse a los medios para decir que serán ancianos, pero no imbéciles, que ya saben lo que hay fuera y que si se les permite salir a pasear, sabrán cuidarse como han cuidado a la generación que ostenta el mando. Si el latín define al imbécil  (imbecillis, diminutivo de baculum) por la falta de bastón, alguien sin apoyo para sostenerse y avanzar, parece evidente que los imbéciles etimológicos están en el Gobierno, y no en la sociedad...Convencidos de su inmunodeficiencia moral porque solo ella justifica el sometimiento. La premisa del populismo implica que el pueblo es inocente porque así siempre necesitará un conductor, aunque cojee. Sin responsabilidad para qué la libertad, según reconoció el ídolo genocida del ministro de Consumo. Por eso se les ve felices encadenando estados de alarma, momento schmittiano donde el mediocre arribista puede sentirse soberano. Imbécil y debacle, por cierto, comparten etimología...

¿Por qué los españoles, que mueren y se contagian como nadie, y que divisan por su ventana un horizonte de paro, recorte y ruina se mantienen quietos y dóciles en sus casas? Sospecho que no por conformidad con la gestión de Sánchez. Y no sólo por miedo al contagio, o a la multa. Madarigaga, brillante taxonomista de los caracteres colectivos, aporta una explicación en Carácter y destino en Europa: “El español tienda a juzgar cosas y gentes con criterio de espectador. Desde su butaca. No es indiferente a la política: le interesa profundamente, sólo que no como miembro activo de ella, sino como el lector de una novela por entregas o el espectador de una obra de teatro. Su criterio es dramático…

    Según esta sociología, aguantamos confinados porque estamos esperando un desenlace.  No queremos actuar hasta averiguar cómo acaba el drama. Pero advierte Madariaga: la historia política de España alterna períodos de pasividad con estallidos violentos de energía reprimida. Es el momento en el que los personajes aún vigentes son barridos del escenario porque el público exige otra función. Y otros protagonistas...

Golpe de Estado

Artículo de Miguel-Fernando Ruiz de Villalobos en Nosolocine.net (29-03-2020)

Según definición del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, golpe de Estado es una “Actuación violenta y rápida, generalmente por fuerzas militares o rebeldes, por la que un grupo determinado se apodera o intenta apoderarse de los resortes del gobierno de un Estado, desplazando a las autoridades existentes”.

Pero es mucho más interesante la información que da Wikipedia sobre un golpe de Estado, que se acerca más a la complejidad que tiene, política y socialmente, un golpe de Estados. Su definición es la siguiente:

“Un golpe de Estado (calco del francés coup d'État) es la toma del poder político de un modo repentino por parte de un grupo de poder, vulnerando las normas legales de sucesión en el poder vigente con anterioridad. El concepto de golpe de Estado comenzó a ser empleado en Francia en el siglo XVII, para referirse a una serie de medidas violentas y repentinas tomadas por el Rey, sin respetar la legislación ni las normas morales, generalmente para deshacerse de sus enemigos, cuando el Rey mismo consideraba que eran necesarias para mantener la seguridad del Estado o el bien común.  En este sentido original, el concepto era muy similar a lo que se denomina en la actualidad autogolpe, es decir, el desplazamiento de ciertas autoridades del Estado, por parte de la autoridad suprema”.

Todo este largo preámbulo viene a cuento porque llevo muchos días dudando de escribir o no escribir este artículo, pero la situación a la que poco a poco vamos yendo en España, me ha replanteado la necesidad de plasmarlo y de sí, el bueno de José López Pérez (que sé que no estará de acuerdo conmigo), vea la luz en esta especial y libre web que es “nosolocine.net”.

En primer lugar me extraña mucho que ningún medio de comunicación, concretamente los que no comulgan con el gobierno bipartito de Sánchez y de Iglesias, hayan planteado la cuestión que me atrevo a reflexionar aquí. A la chita callando, como un escalador que va, poco a poco, haciendo su “ochomil”, tomándose un descanso allí y otro allá, pero imparable en su ascensión, este gobierno que padecemos ha ido montando una progresiva situación que más allá del estado de alarma, más allá incluso de un estado de excepción (con Franco, si no recuerdo mal viví dos y sí salía de mi casa y estaba trabajando), se ha convertido en un perfecto golpe de Estado, organizado desde el poder, como antiguamente los reyes franceses, para reafirmar su poder absoluto.

Una pandemia como la del Covid-19 es algo muy serio, no tan solo por el número de muertes, que hoy por hoy no son tantas si se comparan con las producidas en España según los datos de los profesionales del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (Ciberesp) y del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) que estimaron en el resumen de la temporada de gripe 2017-2018 que cerca de 800.000 personas padecieron la enfermedad. De ellas, 52.000 tuvieron que ser ingresadas y cerca de 15.000 fallecieron.  El problema del coronavirus es que está provocando una avalancha de contagiados y de muertos que ha puesto ya, definitivamente, la sanidad del país, tanto la pública como la privada, en absoluta, por lo que parece, crisis asistencial, lo cual crea un clima de desconfianza y dudas sobre el futuro de la que según estas mismas autoridades es la mejor sanidad del mundo. Pero otro tema delicado de esta pandemia, más allá del número de muertos y del duelo que para los familiares de los mismos significa, es que mueren más ancianos que jóvenes, de ahí el error de comparar esta situación con una guerra, donde recordemos que los que primero mueren luchando son los más jóvenes. Desde estas líneas me remito a un extraordinario artículo de hoy mismo en “La Vanguardia”, de John Carlin, que aunque su título “Es loable que medio mundo esté  dispuesto a perder sus ingresos para que mueran menos mayores de 80 años”, ofrece mucho más que lo únicamente económico, porque John Carlin lo que hace es reproducir una carta de un cura irlandés llamado J. Switf (sí como el famoso Jonathan Switf, el autor de “Los viajes de Gulliver), y vete a saber si no es un truco del articulista para esconder su pensamiento tras esta estupenda carta, donde precisamente se plantea este doloroso dilema ¿deben las jóvenes generaciones sacrificar su futuro para que los ancianos vivan unos pocos años más?

Entiendo perfectamente que es una pregunta y un pensamiento que puede levantar ampollas en una buena parte de la sociedad, pero estoy seguro de que como yo, ya octogenario, una gran cantidad de personas de la tercera edad darían su vida para que sus nietos tuvieran un futuro mejor y no el que por este estado de alarma en España, convertido sutilmente en un golpe de Estado, como mínimo psicológico, se está preparando. Sin necesidad de ser pesimistas debemos admitir que la vida tiene un fin y si es un fin solidario con los que nos siguen en este camino transitorio que es la vida es, sin duda, un mejor fin. Lean con la mente abierta el excelente artículo de John Carlin y después decidan que deben creer sobre lo que está pasando en nuestro país. Porque a estas alturas de la crisis, lo menos importante  son las mentiras, las compras mal hechas, el heroísmo de los cuerpos sanitarios, de las fuerzas del orden, de los que están en trabajos esenciales, lo más importante es que un gobierno elegido democráticamente está practicando medidas de absoluto totalitarismo, impidiendo la libre circulación de ciudadanos (recogido en artículo 19 de la Constitución Española: “Los españoles tienen derecho a elegir libremente su residencia y a circular por el territorio nacional. Asimismo, tienen derecho a entrar y salir libremente de España en los términos que la ley establezca. Este derecho no podrá ser limitado por motivos políticos o ideológicos.”)

Pues bien, Pedro Sánchez, a la cabeza, está aplicando un confinamiento absolutamente ilegal, basándose en la falsedad de que lo hace para salvaguardar la salud de los españoles. Por la misma razón y en función de las muertes que se producen anualmente en nuestro país por enfermedades de todo tipo (donde interviene el tabaco, el alcohol y las drogas), accidentes de circulación, asesinatos y suicidios, España debería estar en perpetuo confinamiento esperando la liberación que nunca llegará.

Se mire como se mire, se utilice el término que se quiera, estado de alarma, estado de excepción, golpe de Estado o autogolpe, en España ahora mismo nadie es libre, ni empresarios ni trabajadores, ni los que votaron y los que no votaron, ni los que creen y los que no creen en lo que dicen los medios de comunicación (vendidos una vez más al poder); nadie tiene poder de decisión por uno mismo, es decir se nos ha anulado, desposeído de nuestra identidad, y confinados y silenciosos, nos ordenan que sigamos creyendo.

Artículo de  Santiago González en  El Mundo, (20-04-2020)

Los sábados propaganda

El sábado, tal como venía siendo tradición, al doctor Sánchez le tocaba chapa. Fueron 70 minutos para anunciar novedades que podría haber resuelto en sendos tuits, unidad  expresiva que se ajusta a la profundidad de su pensamiento: que prorrogará el Estado de Alarma hasta el 12 de mayo, y que se empezará a tener con los niños de hasta 12 años la misma consideración que con los perros, aliviando su confinamiento. Lo demás fue cháchara mazorral y vacua, como acostumbra, más en las preguntas que en su exposición inicial, como es lógico. El texto se lo pasan primero por teleprompter, mientras que ante las preguntas tiene que improvisar. Relativamente, porque como pudimos comprobar el sábado, le preguntaran lo que le preguntaran, él se limitaba a volver al estribillo, sin molestarse en responder ni aproximadamente….Hasta que Elordi Cué, de El País, a quien empezó tuteando para acabar tratándole de usted, quiso saber “por qué no levanta el teléfono para hablar con el señor Casado”. No hubo manera. Divagó sobre la importancia de la unidad, pero sin responder a lo que se le preguntaba. Incurrió en ese improbable hallazgo matemático del “mínimo común divisor” e hizo cumbre -el pico de la pandemia- en su respuesta a Europa Press: “España es solidaria con todos los países que están sufriendo esta pandemia; desde el que la está sufriendo con menor impacto, hasta países como EEUU que están sufriendo un gran impacto. Somos solidarios con todos ellos y ellas”, en una aplicación creativa del hallazgo de su vice segundo que habló de “los padres y las madres de la Constitución y del “monoparental” de Irene…

El cantamañanas Pablo Iglesias le dijo a Jordi Évole en Ecuador (2014) algunos conceptos básicos de su ideario económico: “Si tú vas a un restaurante y le preguntas al dueño cuál es su problema, sí tener que pagar un salario mínimo a sus empleados o que no viene ni Dios al bar porque nadie tiene dinero, te dirá que el segundo. Con un salario alto la gente consume más”. En realidad, si tú vas a un bar te lo encontrarás cerrado hasta fin de año, porque así lo ha dispuesto el Gobierno del que Iglesias forma parte. La absurda ministra de Trabajo que le ha nombrado a Sánchez y a todos los españoles estima que el cierre de bares y restaurantes, la hostelería, va a prolongarse hasta 2021. El turismo amenaza ruina y los dueños de los bares tienen un grave problema ahora que gobierna esta chusma. Su novia, la ministra Irene Ceaucescu, decía esta semana “El ejemplo de Argentina, demuestra que ahí se pueden construir alternativas y formas de organización social que no dejen detrás a nadie”. Unas horas después, el ministro de Hacienda argentino anunciaba que su país entraba en suspensión de pagos, y que no podrá devolver el préstamo de 44.000 millones de dólares que le había hecho el FMI…Claro que esta pobre ignara ya se había curado en salud al decir que “la economía es una cuestión de expertos”.

 Esto es lo que hay. No se acercan a la verdad, en parte por incompetencia, en parte por su rechazo radical a la misma, en parte por ahorrarle al líder el trance de tener que ponerse una corbata negra...

Extracto artículo de Antonio Asencio (El Mundo, 17-04-2020)

El autor plantea el nuevo mundo que podría depararnos la pandemia, con un mayor desarrollo aún del entorno digital, y la disyuntiva entre más individualismo o más sociabilidad.

La ciudadanía sin ciudad

Todo este shock nos va a cambiar. A nivel psicológico, nos recuerda nuestra fragilidad física y también psicológica. Hemos perdido el papel protagonista que teníamos en nuestra propia cosmovisión, claramente antropocéntrica (incluso narcisista), y nos damos cuenta que esta vez no hacemos la historia , sino que somos hechos por ella; reducidos a ser, en el mejor de los casos, sus espectadores impotentes y aterrados, y en el peor, sus víctimas. La crisis nos obliga a dejar de ser temporalmente epicúreos-  que no implica que abandonemos los placeres, pero sí la cultura del placer por el placer- para ser estoicos, aprendiendo a aceptar y gestionar el sufrimiento. No estábamos preparados porque, simplemente, no podíamos estarlo…

¿Qué tipo de ciudadano global, y por tanto de ciudadano español, saldrá de esta crisis? Con el confinamiento, nuestra casa es la nueva frontera como expresión profiláctica de la identidad. Estamos exiliados interiormente, estamos ante la materialización, aunque sea momentánea y a modo de ensayo, de un nuevo tipo de vida, de un hombre nuevo. El hombre red, el hombre digital (que ya había nacido, y ahora se hace mayor de edad). O si queremos, y no sin cierta ironía, del ciudadano sin ciudad…

Porque lo cierto es que, privados de nuestra dimensión espacial y urbana, la ciudadanía se ejerce ahora en las redes sociales, el único canal posible para socializarnos, para encontrarnos y hablar con los otros. Facebook, Twitter o Instragram son en estos momentos nuestra calle, plaza o bar. Nada sustituye a las redes sociales en esa función socializadora: ni la televisión (unidireccional) ni el teléfono, que reservamos para la familia y el trabajo.

Un estudio de sigmaDos desde que comenzó la pandemia parece indicar que, superada la fase inicial del impacto de la noticia, los españoles estamos utilizando las redes más para compartir la experiencia humana del confinamiento que para buscar información, algo que sí reservamos a los medios de comunicación tradicionales, que emergen como fuentes fiables en un entorno de ansiedad.

Vivir en la red no es vivir en una realidad inauténtica. Vivimos, sencillamente, en una realidad tan real como la anterior. Aunque diferente, eso sí. Estamos en tránsito. Es aquí donde emerge el nuevo “hombre red”. Cabe preguntarse si el ciudadano postCovid será diferente al de antes. ¿Estamos ante el renacer del mito de un ciudadano español Prometeo, mejorado, más sociable y humanista, o frente a un nuevo Robinson Crusoe individualista y autosuficiente, sólo relacionado con el mundo digitalmente desde la isla de su habitáculo?...Son sólo dos entre las múltiples opciones. La respuesta la encontraremos en el océano de las redes. Y en nosotros mismos...

Sonrojos de estar confinados

Extracto del artículo de Emilia Landaluce en  El Mundo (15-04-2020)

La reticencia del periodista a la primera persona se ha quebrado en este mes de confinamiento. Los medios publican diarios, recomendaciones y las paridas que cada uno retransmite a través de sus redes sociales. Ante semejante exposición, se evapora cualquier atisbo de pudor personal. Pero tras el “Sálvame héroes” que se lavan la manos que nos ha endosado Sánchez, se ocultan multitud de aspectos que en el futuro nos harán hacer pasar algún que otro sonrojo.

El yoga y las flechas son el nuevo símbolo del cambio de régimen. La gente se ha hecho yogui youtuber y el afán de exhibir la postura del quinto pino. Cuidado. Alguna se ha descoyuntado en el intento solitario en sus moradas (pese a la tonalidad, no es una vivienda expropiada por Pablemos)

“Hola don Pepito”. En mi casa es ahora costumbre culminar el aplauso con el cántico de los payasos de la tele. “Hola don José”, responden otros vecinos. Es cierto que se lleva lo vintage, pero hasta un Kumbayá vecinal produciría vergüenza ajena.

La cursilería. Suele ser una imágen que proyectan los medios. El consenso es cursi. Ayer un medio publicaba que el sobrepeso será, junto a la alta tasa de paro, una de las principales preocupaciones de los ciudadanos…

El amor. En China los divorcios se han disparado un 30%. Los abogados matrimonialistas coinciden en que el repunte en España se producirá meses después del fin del confinamiento, cuando se atisben las consecuencias de la crisis económica. Claro, divorciarse es caro, y muchos aprovecharán los recortes de las empresas para rebajar las pensiones de divorcio. Lo que se dice, “por amor al ERTE”…

Decir que “saldremos mejores de esto”. Sobre todo después de que sepamos que muchos vecinos han dejado notas pidiendo a sanitarios y cajeras que no pisen el inmueble en el que residen.

Aprovechar el confinamiento. La mayoría no ha leído a Taleb ni los Episodios Nacionales. En las primeras semanas de confinamiento, lo más visto en Netflix era Toy Boy, placer culpable de los madrileñitos encerrados...

Fragmento del artículo de Raúl del Pozo

(El Mundo, 9- Abril)

Ovación a los sepultureros

Estos días, para todos, tiene la muerte una mirada. Como anunció Paveses, nos acompaña de la mañana a la noche, insomne y sorda. Pero la gente de nuestro tiempo, como no oye doblar las campanas, ignora que la parca con sus mudos pasos nos está buscando y la lee como fría estadística. Por eso, cuando El Mundo ha reflejado la muda imagen de la agonía de miles de hermanos en la crónica soberbia de Rafa Latorre y la foto conseguida por Fernando Lázaro, se ha estremecido el país. Se describen decenas de cuerpos desconocidos que nadie vela, y en la crónica no se olvidan de los sepultureros. “En los balcones-escribe Latorre- aunque muchos lo ignoren, también aplauden a los funerarios”.

Dalia Ventura en la BBC News dice que en estos días las personas se lavan las manos constantemente para huir de la muerte como Lady Macbeth, que se las lavaba para lavar su conciencia, e ignoran a los enterradores que Shakespeare siempre tenía presente. Escribió esa obra durante la cuarentena de la peste, y describe en Hamlet la falta de respeto con la que los sepultureros trataban a los cadáveres. Ahora, como en otros casos similares, se esconden los cadáveres y los entierran sin testigos; y aunque la gente no quiere verlos, los féretros se amontonan. Ocurre como en todas las pandemias. “Cuando las tumbas estuvieron llenas- escribe un florentino de la peste- se cavaron enormes fosas en los cementerios de las iglesias, en las que cientos y cientos de recién llegados fueron colocados capa por capa, como mercancías en barcos”.

Se descubren los cadáveres y llega la catarsis y la revuelta. Los EEUU perdieron la primera guerra televisiva de la historia, en Vietnam, cuando empezaron a ver los féretros de 58.000 soldados. Luego, ocultaron los muertos del 11-M. Durante el coronavirus, han escondido los ataúdes; por eso ha causado tanto escándalo la exclusiva de El Mundo mostrándolos en el Palacio de Hielo. En los partes del Gobierno insisten en que no tienen nada que ocultar y amenazan con una ley para los bulos. Declaran que no hay colapso en las Urgencias, la cifra de muertos aumenta, también la de altas médicas. Declara el ministro de Sanidad que se ha llegado al pico de la curva y estamos en fase de ralentización cuando Alemania y Holanda también ignoran el golpe frío de 60.000 bajas en Europa, y aspiran a ser las naciones más ricas del cementerio.

La promoción de los famosos en el confinamiento.

Artículo de Ángel Antonio Herrera

Yo opino

El confinamiento nos va regalando un álbum insólito de famosos, porque el famoso asoma ahora en foto o vídeo, dando el mensaje pertinente, o sea, “yo me quedo en casa”, y de paso, por rigor del encuadre, o porque sí, nos enseña un recodo de su domicilio. Eso y también un recodo imprevisto de armario, porque el famoso suele salir en ropa de trapillo o ropa de runner, que también se lleva mucho en estos días de moda obligada. Este álbum de famosos, que va de Chenoa a Sergio Ramos, desde Rafa Nadal a Alejandro Sanz, es un cruce de visita guiada por un rincón escueto de un salón y una colección de pijamas. Lo que los famosos quieren decir, en general, es lo que dicen, naturalmente, o sea, que ahí están y que tienen una casa chula y un chándal de escaparate. Ramos sale como un titán, con vistas a su jardín y vistas a sus abdominales, Rafa Nadal sale en la cocina, y no con una raqueta, sino con una sartén, que es la raqueta de los cocineros. Y Cristina Pedroche, Makoke o Toni Acosta, salen estivales y en buena forma, y como yendo al gimnasio de Instagram, o viniendo. Todos estos cromos vienen a ser como la pasarela de la entrega de los Goya, pero justo al revés. Salud, y ánimo para todos. 

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Nota personal: Ángel Antonio Herrera es tremendamente bondadoso...con los famosos

Artículo de Arcadi Espada en El Mundo (7-04-2020)

No me tutee

La inmensa mayoría de las lenguas cercanas hace un distingo entre el tú y el usted. El inglés es la única excepción importante, aunque tiene formas de expresar el respeto y la distancia. La decadencia del usted es visible en los últimos años españoles. No sé si la epidemia se llevará el odioso ¡chicos! con que las camareras se dirigen a los hombres de 60 años para arrasarlos en seguida con una ráfaga de confianzas, pero el distanciamiento social, tan higiénico, debería empezar por ahí. El presidente del Gobierno estuvo a punto, en su última comparecencia, de abrirse con un ¡hola chicos! a los españoles. No lo hizo. Pero recurrió al tuteo de manera impertinente. Es fácil especular con los motivos. El primero es la provisionalidad con que ejerce y de la que no consigue desprenderse. Y habrá que ver si lo consigue, aunque gobierne mil años. Sigue sin reconocerse verdaderamente en el cargo y de ahí que no comprenda que yo puedo y debo llamarle sánchez, pero que él no puede tutearme. Otro motivo, coyuntural, es el tiempo que vivimos. El tuteo que utiliza está directamente alentado por tener a los ciudadanos encerrados en sus casas y disponer plenamente de sus movimientos. Los españoles estarán confinados hasta que sánchez lo diga, y eso es mucho incluso para el escrupuloso sánchez. Jamás un gobernante habrá hecho un uso tan excepcional, y en absoluto inofensivo, de su poder. Impedir a alguien que salga de su casa es algo extremadamente delicado, y de ahí que algunos gobernantes encajados en su cargo hayan preferido invocar la responsabilidad personal antes de la coerción, al llegar a este último escalón en la lucha contra el virus. Por desgracia, en el tuteo del presidente es fácil advertir la huella del “son como niños”. Niños del sur, en efecto, a los que hay que encerrar sin mayores distinciones, porque no saben usar su libertad. Una antropología con la que el franquismo, por no ir más lejos, coloreó su poder, ribeteado en su España verde y faldicorta con el macerado tuteo falangista…

El uso del usted tiene una importante virtud que funciona, además, de modo bidireccional. A gran velocidad y con gran eficacia, los interlocutores se dicen uno al otro que no son lo mismo. Úselo sobre todo por eso, señor presidente...

Reflexiones sobre el periodismo (y las necrológicas)

Fragmento artículo de Miguel Ángel Gozalo en recuerdo del periodista   fallecido el lunes 6 de Abril, Jesús Picatoste (El Mundo).

Pienso que al periodista Jesús Picastoste (Madrid, 1940), debemos acompañarle en su despedida con los adioses que se merece.

Una necrológica no es más que un abrazo final, una muestra de afecto, el reconocimiento a una trayectoria. Recuerdo que Jaime Campany ganó un Cavia con una necrológica dedicada al gran César González Ruano. Creo que se titulaba “César o nada”. Tardó en escribirla, él que era un rayo de la pluma, toda una noche. Y decía “Muerto César, a mí las necrológicas se me dan como nadie...”.

La gente de mi generación, que ya está al final de la partida que la muerte siempre nos gana a todos, empezamos a ser materia necrológica obligada. Hace nada, despedimos a Pepe Oneto, cuya imprevista desaparición nos dejó consternados. Él coincidió con Picastoste en el diario Madrid.

 Jesús Picatoste ejerció hasta el final esta tarea humilde que los políticos aparentan respetar, siempre que los gacetilleros esperen en la puerta de servicio. El periodista no es gran cosa, ya lo sabemos, no es más que el minutero de la historia, la literatura escrita a toda prisa, el afán impertinente por contar lo que pasa. Pero a veces el periódico, como en la célebre definición de Arthur Miller, consigue ser una nación hablándose a sí misma.

Picastoste trabajó en medios como el diario “Madrid”, ABC o TVE. Fue segundo portavoz del Gobierno de Adolfo Suárez, y directivo de la Asociación de la Prensa de Madrid hasta el 2019.

Planes para el apocalipsis

Artículo de Jorge Bustos en El Mundo

El politólogo confinado es aún más peligroso que el politólogo en libertad,  porque tiene más tiempo para hacer pronósticos. Ahora anda anunciando que el mundo pos-Covid no va a reconocerlo, ni la madre que lo parió, que la economía oscilará entre la autarquía y el salvaje Oeste y que a no mucho tardar devendremos en colonia videovigilada de China, librándonos con suerte de sus menús de murciélago.

Tampoco diré que todo sigue igual, porque nada nunca sigue exactamente igual pero un incurable escepticismo me impide creer en el apocalipsis. Al final siempre gana los debates otro autor bíblico, el del Eclesiastés, contra cuyo capítulo uno, versículo nueve, llevan treinta siglos estrellándose los consumidores de expectativas revolucionarias: “Lo que fue eso mismo será; nada nuevo hay bajo el sol”. Resulta que el apocalipsis también es postureo…

Yo sospecho que cuando nos abran la cancela seguiremos haciendo lo mismo, solo que con más ganas. Infestaremos el Primark, disputaremos un par de calcetines, nos confinaremos gozosamente en antros atestados, y el perreo sudoroso nos elevará despacio al mismo cielo en que un ballet del Bolshoi instalaba a los Romanov. Ajustaremos cuentas con el gobierno que culpará a la oposición, toleraremos la mentira como esencia de la política, y se reanudará la lucha eterna entre el “Progreso” y Franco. Y si nos ponen urnas confiaremos otra vez nuestro voto enojado en un populista más enojado, de izquierda o de derecha, porque ambos van a tener mercado de sobra. Los ricos sufrirán menos que los pobres. Las focas inopinadas abandonarán el Unimea, los cocodrilos falsos se despedirán de Venecia, y Greta podrá clamar de nuevo contra la boina de carbono, que volverán a calarse castizamente nuestras metrópolis. Y a los museos seguirán yendo los de siempre.

     ¿Y España? A punto de romperse, pero porque España es una fraternidad por hacer y una ruptura sin consumar. ¿Y los liberales? El balance les terminará saliendo tan positivo como a Stuart Mill: “Maravilla la rapidez con que los países se recuperan de la devastación”. Un enemigo pasa por un país a sangre y fuego, sus habitantes se arruinan y sin embargo, pocos años después, todo vuelve a estar más o menos como antes...     

Lo que nos enseña el virus

Extracto del artículo de Gerard Melgar en el Mundo (28-03-2020)

Una vez haya pasado lo peor de esta no sabemos si realidad o ficción, será momento de sentarnos en casa para reflexionar, ya que el estrés anticonfinamiento en modo de gimnasios domésticos o talleres de cocina y disfraces, tampoco nos ha dejado espacio para ella.

Cuando todo se haya estabilizado y convivamos con el coronavirus como si de una gripe se tratara, podremos detenernos a analizar si los axiomas que desde arriba nos vendieron como algo inamovible, ciertamente lo eran. Ha sido por una causa desgraciada, pero de un día para otro rutinas del primer mundo que nunca hubiéramos pensado que podrían modificarse sí lo hicieron, y la Tierra no frenó sus movimientos de rotación ni traslación ni por un solo instante.

Hace un mes y medio nos impactamos con la cancelación del Mobile World Congress, nos parecía extravagante que se jugaran partidos de fútbol sin público y nos chocaba que, sin estar en guerra, un pueblo italiano estuviera confinado. Apenas unas semanas después, ya no nos inmutamos si un día se aplazan los Juegos Olímpicos o unas elecciones, si los pequeños no tienen fecha prevista para su regreso a las aulas, o si muchas empresas siguen operando con todos sus empleados operando desde casa.

Quizá esta crisis valga para demostrar que los índices de productividad no debieran ser obligatorios. Es posible paralizarlo todo y que al día siguiente vuelva a amanecer por el este. La austeridad rigurosa de Bruselas ya no parece un dogma, y el teletrabajo que nunca nos planteamos y al que ahora nos habituamos, abre un abanico de oportunidades de conciliación.

Muy probablemente olvidaremos todo ello y el “Resistiré” que suena estos días dará paso a “La vida sigue igual”. Sólo nos quedará entonces para la posteridad contar que, durante un tiempo, no fue más afortunado quien más dinero tenía, sino quién podía pasear un perro...

No lee periódicos

Extracto de artículo de Arcadi Espada en El Mundo (26-03-2020)

Esta es una crisis que revalida, por si fuera necesario, el lugar del periódico en la información. Me refiero al periódico como artefacto intelectual, se lea en papel o en pdf. Es decir, a un guión del mundo finito, ordenado y cribado, que renuncia a la última hora (última necat!) en beneficio de las 23 restantes.   

Cada tres segundos nace en la conversación digital un experto epidemiólogo, capaz de predecir el aplanamiento de la curva de contagios, o los efectos del virus al sol. Un Sálvame nunca mejor dicho, verdaderamente deluxe, entretenido, pero que da una falsa visión de conocimiento. La conversación digital debe ser escuchada por los periodistas, y tratada como una fuente más.

El virus expiatorio

Fragmento de artículo de Jorge Bustos en El Mundo (25-03-2020)

Ya se sabe que el mejor amigo del hombreses el chivo expiatorio, y como tal este virus no tiene precio. Su docilidad es admirable, sobre todo cuando el fanático no tiene mascota alternativa y aprovecha para sacarlo a pasear.

Le sirve al cubanófilo con gastroenteritis o al sanchista con sesgo retrospectivo para cargar contra el liberalismo salvaje que ha diezmado el Estado del bienestar, y recortado la sanidad pública. Para el neomarxista empeñado en rehabilitar su desvencijado templo, los contagios revelan un claro sesgo de clase, según el cual aunque el bicho mate lo mismo a un anciano anónimo que a un presidente del Real Madrid, y aunque los dos deban morir aislados, en realidad los pulmones del primero luchan por la emancipación social, además de la vírica. Y además no es lo mismo confinarse en un sótano de alquiler que en un chalet con piscina, pongamos uno situado en Galapagar…

Para el feminismo de antorcha, el sesgo de género del Covid-19 resulta incontestable, aquí y en Salem. Y además no hay futbol, pero de algún modo sospecho que no tardará en abrir portada en un magazine de domingo, el macho ibérico está pasándolo mejor en esta crisis.

Y para el nacionalista el coronavirus es culpa de Madrid. De Madrid al cielo. España nos roba y ahora nos contagia. Lo que no logró la represión judicial lo terminará la guerra química. De hecho, el Covid-19 dormía en un sótano del Supremo, bajo una pila de expedientes sin resolver: Marchena sólo tuvo que ir a despertarlo.

Y a todo esto el Pacma que debería salir a defenderle, calladito. Pobre virus...

Extracto de artículo de Lucía Méndez en El Mundo (14-03-2020)

Soberbia, castigo y esperanza

No sé qué decir. Ni qué escribir. Tal vez no sea adecuado empezar así una columna de opinión, porque los periodistas, analistas y tertulianos tenemos opinión sobre todo. Nunca nos quedamos sin palabras. Esta vez sin embargo, los opinadores tal vez tendríamos que aplicarnos la cuarentena de permanecer mudos, si no podemos aportar nada al desolado paisaje que  se contempla cuando se apartan las cortinas para mirar por la ventana.

La vida de los españoles suspendida y encerrada en casa con la nevera llena. La vida con mascarillas y guantes. La vida detenida, quién sabe por cuánto tiempo . El vértigo de un mundo desconocido. El miedo al virus presente, y el temor a un virus futuro de otras crisis, que no estamos en condiciones de soportar. Gastamos tanto el concepto de histórico que ya no tenemos palabra que defina la pesadilla que nos ha llegado a traición.

Sobre el papel higiénico no diré nada...En consonancia con esa pachorra mía tan irresponsable consideré exagerado el cierre de los colegios. No alteré mis hábitos de descuidadora conducta diaria. Pensaba lo mismo que mis abuelos que ya vivieron la guerra: vivís con tantas comodidades que os morís de miedo ante cualquier virus- tontaina.

De niños ya nos advertían en los colegios que Dios castiga la soberbia humana. Hasta me parece una explicación racional en este instante. El Cardenal Omella ha dicho que mantener las iglesias abiertas para que la gente pueda ir a rezar es una “medida de cierta esperanza”. Creo que tiene razón. Cualquier esperanza es muy bienvenida en medio de esta oscuridad...

Artículo de Jorge Bustos en El Mundo (14-03-2020)

EL Ángel del Covid-19

No me atrevo a pedirle al Coronavirus que sea nuestro terremoto de Lisboa, porque entre nosotros no diviso a un Kant o un Voltaire, pero debería serlo. Cada generación padece un trauma colectivo que le permite redescubrir el mediterráneo de la fragilidad humana, y le invita a actuar en consecuencia. La Ilustración no se habría desplegado como lo hizo sin el brutal seísmo de 1.755, que obligó a la inteligencia a replantearse su optimismo y ofreció a la voluntad un nuevo límite que superar. Así es como la catástrofe estimula el progreso, el periodismo depura la injusticia y el mal, en definitiva, convoca al bien.

Ojalá el coronavirus pase por nosotros dejándonos una inmunidad no sólo biológica sino intelectual. No reclamo grandes revoluciones, aunque ya no cabe descartarlas: la globalización ya no será igual tras el paso del ángel Covid. Yo me conformaría con que la pandemia devolviera el respeto a ciertas palabras, como alerta o emergencia, y la añoranza por ciertas virtudes, como liderazgo o fraternidad. Cuando al español se le vuelva a declarar la alerta antifascista o la emergencia antipatriarcal, ya no le perdonarán al populismo el uso de la hipérbole. Cuando al español se le quiera seguir gobernando con fábulas infantiles y posado de maniquí, recordará los días en que tanto echó de menos la autoridad de una decisión a tiempo. Cuando el español vaya acumulando la frustración tras largas jornadas de confinamiento, sabrá que el aliento civil que necesita una comunidad atribulada, nunca provendrá de un experto, ni de quien elige esconderse tras él.

Los habitantes del primer mundo vivimos como fetos felices en una placenta de narcisismo e irrealidad .Esa placenta es el producto del avance de la especie, del estado de la civilización sobre el de la naturaleza, y solo un fanático de cilicio y arpillera la maldeciría. Pero el ciudadano placentario debería al menos cobrar conciencia de la fragilidad de la situación. Nada hay más crudamente real que la enfermedad o la muerte. Todo político, por adicto que sea a la propaganda, colisiona un día con la cruda realidad, pero cada cual emite un sonido distinto, en función de su constitución moral.

 Un político maduro emite un sonido acolchado y seco, que amortigua el golpe y absorbe su energía con entereza. Un político adolescente, en cambio, cuando le impacta una desgracia imprevista cruje con ternura, crepita como un copo de maíz en el microondas, y a menudo termina carbonizado. La condena del Covid-19 impone duras penas a nuestros mayores, pero su don debería liberarnos de los adolescentes que se auparon al poder en los tiempos de la buena salud, y la vergonzosa frivolidad. 

Replantearse el periodismo

José R. Palomar (19-03-2020)

Cuando haya pasado este período de incertidumbre, incomodidad y peligro para la salud que ha supuesto el coronavirus, uno cree que habrá un antes y un después en el periodismo y se empezará, espero, a distinguir entre el periodismo eterno: el que se basa en la credibilidad, la solvencia, el contrastar las informaciones...Y el que intentamos aplicar los que nos dedicamos a esta bendita profesión de contar las cosas…

 Y se acabará, confío, ese pseudoperiodismo que se basa en la ingenua credibilidad de todo lo que nos llega a través de las redes, en el chisme fácil, el rumor insolvente, y el cotilleo. Este último es por cierto, síntoma de vaciedad mental.

 Olvidémonos del socorrido “tengo un amigo del que me fío mucho...”, o el “te lo digo, pero me prometerás que no lo confíes a nadie”, sin olvidar el “lo sé porque, el que me lo ha dicho!...”. Hay quien confunde el periodismo con hacer fotos con el móvil que lleva en la cartera o el bolso, y “disparar” al primero que se ponga por delante. Tampoco soy partidario del periodismo del “abrazafarolas profesional” (léxico del maestro García).

 Hay que hacer caso, si lo tienen, de los periódicos- sean impresos o digitales-, que se mueven en el ámbito de la credibilidad y la información contrastada (no necesariamente coincidentes con tu ideología). Con la radio que hace compañía, informa y entretiene (y no la que denomino “radio del yoísmo”: “a mi me gusta esta película: a ti no sé, pero a mi!!”...Y el “yo ininterrumpido”. El narcicismo y la elogatría sólo se la perdono a los grandes maestros... Y confiemos en las televisiones que no busquen el morbo y el amarillismo. Desdeñemos los tertulianos que se despiertan y acuestan opinando sobre: pozos, desapariciones, virus, y repiten consignas políticas…

 Apostemos por el periodista profesional, si es posible con carrera ( no digo que para ejercer haya que estar licenciado en Ciencias de la Información), siempre que se trabaje con un mínimo código deontológico. Lo importante es saber comunicar, en cualquiera de los medios: prensa, radio o televisión.

Aquí os cito una lista de mis referentes en la profesión (aunque a buen seguro me dejaré algunos, y por supuesto no están todos los buenos)...

 -Prensa: Raúl del Pozo, Amilibia, Jorge Bustos, Olga Merino, Ima Sanchís.  Fernando Sánchez Dragó: es básicamente escritor (y de los mejores) pero  también practica el periodismo, otro de mis referentes.

- Radio: José María García (aunque esté retirado); Julio César Iglesias, Luis del Val, Carlos Herrera, Carlos Santos, Rafa Manzano (hijo), Ángel Expósito, Carles Mesa (en algunas cosas); Carlos Alsina (aunque ultimamente lo escuche poco);Jesús Quintero, Pedro Ruiz (aunque ha hecho mucha televisión, yo lo descubrí en la radio). Guillermo Rodríguez (de mi querida Colombia)...  

-Televisión: Pedro Piqueras, Pedro Barthe, Ángeles Blanco, María Casado, Cristina Pardo……..

- Y los que han fallecido, pero siguen presentes en mi mente, y son los que me indujeron a dedicarme a esta profesión:

Álex Botines, Luis Cantero, Rafael Manzano (padre); Yale, Carlos Pérez de Rozas, Antonio Álvarez Solís, Jordi Estadella, José María Íñigo………

 Abrazos, de alguien que procura pensar por sí mismo (y que no “le piensen”), aunque se equivoque…